El viernes día nueve cambié Luarca por Huéscar, y mil kilómetros cambian mucho las cosas, son dos mundos; en los dos me encuentro bien, pero que distintos son.
La mañana que dejé Luarca lucía un Sol fresco y de futuro dudoso y todo el entorno era verde, cruzando por el Huerna, la encaimada se había adueñado del aire y de su transparencia, y todo parecía un bosque primitivo, pero al llegar al Pantano de Barrios de Luna desapareció la bruma y con ella los bosques de castaños en candelas, los robles, los helechos, y poco después y durante más de 700 km todo fueron rastrojos y barbechos calcinados por un Sol sahariano. Luego, entrando en Andalucía, el Segura regaba arroces y frutales, y pinos de alepo cubrían algunas partes de los montes, no es que se pareciera a Asturias pero algo consolaba, Lo de la terrible estepa castellana, es literal.
Huéscar sigue como siempre, buena gente, buenos amigos, y mi familia. Mi madre delicadilla y débil, pero entera y guapa, guapa en el sentido asturiano y mejor de la palabra guapa.
Ahora pasaré en Huéscar los días que hagan falta, disfrutaré de lo de aquí y recordaré Luarca. Me gustaría estar en Aristébano para la Vaqueirada el último domingo de Julio y subir andando con Juan como tenemos prometido.
Hasta entonces para no mezclar paisajes, esta bitácora quedará dormida.
Hola Manolo. Ahora ya nos conocemos un poco más. La verdad es que los pocos ratos que he pasado estos días contigo, me han ayudado a crecer un poco en mi "parte interior". Lo siento, pero no sé definirlo de otra manera. Espero que tuvieras buen viaje y que todo por Luarca siga estando correctamente. En cuanto al viaje, sigue en pie (por supuesto), y ya lo estoy deseando. Espero gozar de tu grata compañía y tu agradable conversación. Saludos.
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