jueves, 28 de enero de 2010

I. EMPIEZA la BITÁCORA.

1ª Entrega (con un poco de retraso) . 2 de Febrero de 2010. [San Cecilio]

¿Por qué escribo?
En este tiempo de Luarca espero que pasen muchas cosas que me gustará recordar y que quisiera contar a los míos, así que para no contar muchas veces lo mismo y también para forzarme a llevar un recuerdo escrito de este viaje que me sirva para acordarme luego, las cosas duran mientras se recuerdan, voy a iniciar esta Bitácora, que los ingleses llaman blog.
De este forma también todo el que quiera puede saber o ignorar lo que hay, a su voluntad, que uno siempre tiene miedo de poder estar dando la vara.

¿Cómo empezó esto?
Hace cuatro cinco años, en una excursión por Capileira, tomando una cerveza al Sol de la plaza del pueblo en un día precioso, hablábamos de las ventajas de vivir en un pueblo pequeño y bonito sin apenas más tarea que vivir paseando. Poco después tenía hecho mi plan, si yo alquilaba el piso de Granada y preparaba un equipaje corto podría vivir en casi todos los sitios bonitos que imaginara. Con mi madre cuidada y cercana, mis hijos mayores y desperdigados, mi trabajo listo y las raíces cortas, era un hombre libre.
El Norte siempre tira a uno del Sur, el Mar tira de uno de interior y las montañas de verde y agua siempre tirarán de uno que es de entre los badlands y Sierra Seca. Y Luarca desde no sé cuando había sido para mi como El Dorado. No tenía elección.

Disculpas
Escribir en público es un peligro. Desde el principio: todas las faltas y las sobras, que pueden ser muchas, serán sin querer o sin saber. Que nadie se moleste por lo que diga o por lo que calle o porque esté mal dicho, que todo habrá sido sin mala intención. Que cada uno corrija lo que vea hasta verlo como debe, y si quiere, que me lo diga.
Es verdad que las montañas eran de nieve y que cuando nos salimos de la autovía para ir a dormir a Caldas de Luna se nos atrancó un poquillo el coche en la nieve y que más adelante hubimos de dejarlo para llegar al Balneario a pie y las maletas en la mano. Eran las once de la noche, había medio metro de nieve, estábamos a cuatro grados bajo cero y faltaba un kilómetro adelante. Era una noche magnífica en un valle al que hay que volver, mejor, quizá, sin nieve. Entrábamos en Asturias a lo grande.
Para completar, al día siguiente, de paso por ‘la ciudad heroica que ahora no dormía la siesta’, Vetusta, visitamos la Catedral, y el barrio antiguo, comimos en el Fontán y dimos las gracias a los dioses por el viaje en Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.
Yo había pensado ir por otro camino: Babia, Villablinos, Puerto Cerredo, Degaña y la Cuenca del Narcea, pero la nieve no quiso; otro día.
También pienso que a "Luarca", como a Ítaca, no se llega nunca; que este viaje es ir, no es llegar
 
Entrada en Luarca
A Luarca hay que entrar por el Faro, ojo a los letreros, para al doblarlo encontrarse el puerto. Luarca es un montón de casas bonitas, muchas blancas, algunas viejas y otras preciosas que envuelven con cariño un puerto lindo lleno de barcos de colores. Las casas que no caben en tan hermoso sitio, serpentean con los últimos meandros del Río Negro y sus siete puentes.
Y habiendo tantos bares, tuvimos que ir a conocerlos y a empezar con la sidrina, aprender lo de escanciarla, que es más fácil de lo pensado, descubrir que aquí también hay tapas, que como pasa casi siempre en los días normales hay menos gente que barras, y que el tema prometía.




Iré refiriendo algunos conocimientos, si los presiento interesantes, y que también son Luarca; aparte de la señora del Hotel, que hablaba muy bajo, nuestro primer conocimiento fue José Ramón, en pleno puerto, asturiano amable, agradable y jubilado de la CRural que a partir de entonces nos encontramos casi siempre y en sitios algunos impensables, parece ubicuo.

Cuando Antonio se acostó, yo necesitaba más Luarca, subí por La Carril hasta La Mesa de los Mareantes, la capilla del Nazareno, llegué al Faro y vi en más de 180 grados la Mar Cantábrica y bajé por el barrio de El Cambaral hasta otra vez el Puerto.
Como es natural dos pensamientos continuos me llenaban esa primera noche de Luarca: ‘De todas esas ventanas que me ven y que yo veo, ¿cuál será la mía?’; ‘De todas la vidas de aquel pirata cojo, ¿en qué piel me metería?’

Buscando piso.
Lo imperioso era encontrar piso, el piso tenía que ser bueno, para vivir un año, que se viese el puerto o si no el mar, que para eso estamos en la costa y que tuviese habitación para los que han de venir. Antonio se lo tomó a pecho: "Buenos días, mire usted, mi amigo quiere alquilar piso aquí en Luarca, para un año, ¿usted sabría ...?".
Esta pregunta decenas de veces repetida en todo sitio, calles, puerto, tiendas, oficinas, inmobiliarias y bares. Casi siempre la respuesta inmediata era no, para quedarse pensando y decir ‘a lo mejor ...., quizá en una inmobiliaria ...., ¿qué querrían? ...., va a ser difícil ...., si fuese en verano....., etc etc. Nos sirvió para conocer a mucha gente, aprendernos muchos nombres, visitar casas y pisos y conocer rápidamente Luarca. Desde aquí gracias a todos los que quisieron o pudieron ayudarnos: José Ramón, Patricia de Troya y Jesús, Rosario, Javieres, Sandra, Miriam, Gago, Rosa, la gran familia de la casa alta, etc, etc

Lo del piso bonito se vio tan feo que contándole a MªJose de MAA que me iba a tener que ir a Oviedo, se acordó de un piso en una casa bien y que tenía dos cuartos de baño, que haría las gestiones. No quería volver a ver qué tal por si era no. Pero fue si. Es un duplex moderno en una casa bonita y restaurada a estrenar y muy bien puesto. Tiene dos cuartos de baño pero sólo un dormitorio, tiene seis balcones pero no se ve el mar. Pero es que como Toni Curtis aprendiera en aquella película: "nada es perfecto", y por lo demás es muy bueno.

Así que en él estoy, c/ de Alvaro de Albornoz (que era de aquí) núm. 3, 1ºD, y aquí os espero.
Cuando digo que aquí espero, es que espero que todo el que quiera disfrutar de Asturias, sepa que este puede ser el mejor año. Que me encantará que vayáis viniendo.














EL piso no tiene el tamaño que yo quería, pero si tiene dos camas plegadas/desplegables ('omegas') y tres buenos hoteles enfrente, a discutir.

En Luarca hay muchos, buenos y baratos hoteles, nosotros nos quedamos "La Colmena’ para luego cambiarnos a "El Rico" y podíamos haber elegido el "Villa de Luarca" que es más coqueto.
Yo que venía habiendo estado en Luarca sólo veinte minutos y habiendo leído que aquí vivían 5000 personas, enseguida me sorprendió la cantidad de casas, su altura, el número de bares, restaurantes y hoteles. Un día haré un censo de bares.
   
El viaje
El largo viaje hacia Luarca estaba a punto de empezar después de algunos años. De aquel viaje ideado al Sol de Capileira hace cuatro años, y que tanto me ha dado que hablar, empezaba su penúltima etapa: Huéscar- Luarca. Se acababa el sueño y empezaba la verdad.
Se vino, como por ensalmo, Antonio Jiménez, un amigo de África, e hicimos el camino en dos días mientras los de la televisión prometían, anunciaban y daban agua, nieve y hielo en cualquier sitio que hubiera carreteras; nosotros sólo pisamos carreteras secas, mientras íbamos tan divertidos en el coche.